DIÁLOGO ENTRE LA MUSA Y SU PROPIO YO

 

SINOPSIS

Un diálogo entre la musa y su propio yo

La Musa: - ¿Qué le pasó a Margarita Gautier? 

 El Yo: - Murió... 

La Musa: ¿Qué le sucedió a Penélope, tejiendo y destejiendo sueños? 

      El Yo: - ¡Vivió! 

La Musa: - ¿Qué le sucede a Usted, inspiradora de Letras?   

      El Yo: -Nada, no pasa nada. Nada pasa, nada que no fue, es...  no existió. No tengo en mano una cuerda y si la tuviese ¡la suelto! Lo que no fue, no es. Está en el mundo de la no existencia, porque no tiene esencia. 

La Musa: - ¿Se confiesa? 

      El Yo: -Si, sólo quise, sutilmente y en silencio, abrir un umbral, donde había un destello de luz, que había quedado entreabierto. Que cuando se empezó a expandir, tiraron la puerta.  

Letras mal interpretadas empujaron y evitaron nuevamente, escribir otra página. En el tiraje de mi destino, siento que estoy ante una despedida. Soy como el espíritu de Dante, un amor no terrenal y con Beatriz, reinante, pero tampoco soy Milena, la que amó Kafka por vía epistolar, no soy Anna Karenina, con una mente enloquecida o confundida, ni Lara, la musa de Zhivago, la del amor intempestivo. Tampoco soy, Anny Wilkes, la mujer obsesionada con un escritor, que, en Miseria, lo tuvo cautivo, ni Fermina Daza, que ni el tiempo, ni el cólera borraron su amor de añoranza. 

La Musa: -Entonces... ¿quién eres? 

El Yo: -Soy de la quién nadie se ha inspirado, porque de la forma de mi amor nada se ha escrito. Soy la del amor como energía universal, con movimiento físico y espiritual, la que lo regala sin esperar frutos ni pan. El que llega sin seleccionar, que no ata, porque podría ser mortal. Emoción incandescente, que solo se palpa en corazones que saben amar. No hay cabida para el corazón vacío, que no supo avanzar...Él, es un escritor altamente racional y no cree en el amor, ¡él solo es... un intelectual.! 

Soy la tinta derramada en el papel, la que derramó en el piso... 

La pluma olvidada, porque no la quiso. 

El libro que jamás leyó. 

La novela que no culminó. 

Soy un capítulo sobre el cual nunca creyó. 

Ana Sabrina Pirela Paz