SINOPSIS
No es una historia ficticia, es real....Posiblemente, se asemejan a muchas, pero esta impactó, por las consecuencias que dejan las apariencias en el contexto familiar y social. Saludos!!
“¡Oh, que hermosa apariencia tiene la falsedad”¡
(William Shakespeare)
¿No te fijaste de qué forma se viste la esposa del sobrino? Para mi parecer, enseña bastante”.
“Es joven y bonita, ahora visten así, sin rigorismo. En este tiempo, la moda es más relajada y la que presume de buena figura, muestra lo que tiene.”
“Las maneras hay que preservarlas. Por muy moza que se sienta, es una mujer casada con dos hijos, entre estos, una niña, ya grandecita.”
“Hermana… si sigues expresándote de esa forma, te van a tildar de misógina femenina, al igual que a algunos hombres”.
¡Qué misógina y ni qué ocho cuartos! Ya vienes tú con esos vocablos feministas, lo que te he dicho es la pura verdad”.
El diálogo se desarrollaba entre dos hermanas, Beatriz y Karenina, en el hogar de su sobrino, Carlos Alberto y su esposa, Mary Carolina.
Ambos mostraban un matrimonio feliz, el mejor visto y llevado en la familia, percepción que igual, tenían en su círculo social…Él un joven emprendedor con el perfil de los de esta generación: audaces en los negocios, atlética figura, hecha y perfeccionada en un gimnasio…Profesional exitoso, hijo y padre ejemplar, amén de la imagen del esposo perfecto: no bebe, no fuma y es fiel…
Ella, una madre modelo, pareja envidiable, por bella, culta e inteligente… Un acabado de mujer completa y prototipo del modelo de excelente cónyuge.
Pero, existía un detalle, inexplicable en el nivel de compresión de las hermanas y que llamaba la atención de ambas. El propio sobrino, ante las declaraciones de elogios de familiares y amigos, sobre su unión matrimonial, siempre respondía:
“No todo lo que brilla es oro”.
Lo que sí estaba demostrado es que Carlos Alberto, laboraba al extremo para mantener su estatus social: alto y consagrado.
Viajes al extranjero de vacaciones, fiestas aniversarias, de cumpleaños o por cualquier motivo, reseñados hasta en la prensa local…Como una diva de los tabloides se exhibía Mary Carolina, al lado de su consorte, el que le había resultado un “buen prospecto”, en lo económico, social y personal, porque hasta en la comunidad, era considerado por su destacada solvencia moral, identificada por sus virtudes ampliamente reconocidas: un carismático e indulgente ciudadano.
En la etapa más exitosa de su carrera, una noticia paralizó la ciudad: “De duelo el sector empresarial: muere infartado el joven y conocido comerciante Carlos Alberto… El suceso tuvo lugar en el interior de su oficina…” “Conmoción en el negocio gastronómico, fallece, quien fuera uno de los más prósperos jóvenes del ramo alimentario…”
Llanto, pesar e impresión. Una masa humana se centró para darle tributo y rendir el último adiós en sus exequias…
Mary Carolina, desgarrada por el dolor, encima del féretro, lamentaba el destino sorpresivo del que fuera su consorte.
” Una tragedia injusta, inesperada”. Al unísono exclamaban los presentes.
Para sus tías, parecía una pesadilla de terror, inimaginable, inconcebible…
Al mes de su primer aniversario, por el deceso, otro suceso sacudió a cercanos y extraños: Mary Carolina, no acudió a la misa que ofreciera la familia de su difunto esposo, en conmemoración de su memoria. Pero, tuvo la gentileza, de enviar a sus dos hijos, quienes llegaron en compañía de la abuela materna.
Beatriz, que no escondía disgustos ni adornaba el tono en las intenciones de sus palabras, al observar que los hijos entraban al santuario, sin su madre, reveló un firme propósito, permitiendo que muchos de los presentes la escucharan:
“Mary Carolina, como es que ya empieza a mostrar la vulnerabilidad temprana de su viudez”. “Si, como dice el popular dicho:” Las lágrimas de una viuda rica se secan pronto”.
“Por favor, cállate, hermana” Le susurraba Karenina.
¡Silénciate tú y no me murmures al oído, con razón Carlos Alberto, siempre decía:
¡No todo lo que brilla es oro”!
Al poco tiempo, los comentarios y las exposiciones en públicos que realizaba Mary Carolina le dieron la razón a la tía Beatriz. Como si se hubiese despojado de un mal compañero, demostraba, en un nuevo e incipiente espacio social, un novio, quince años menor que ella.
Decepcionadas y acongojadas, las tías de Carlos Alberto, con un total estoicismo, soportaban las crueles habladurías que hacían con abierto descaro el grupo de amigos, y que colocaban a la nueva viuda al escarnio público. Era la misma gente que ayer, enaltecían a la pareja.
“Pero, si esa sinvergüenza, nunca le fue fiel…Se acostaba hasta con el ahijado de él”.
“Cuando él salía de viaje, ella acudía a las discotecas de la capital y nunca andaba sola, se hacía acompañar de un supuesto “compadre” …
“La otra vez, me la encontré en el cine con un tipo, con rostro de adolescente y me lo presentó como un primo hermano”,
Así, de esa forma se hacían oír los comentarios en el colectivo donde se había desenvuelto Carlos Alberto con su esposa. Beatriz y Karenina, aparte de sobrellevar el sufrimiento de la pérdida, también tenían que aguantar la lluvia de rumores bochornosos que comprometían la imagen y la reputación de la sobrina política.
“Anda con …” “La vieron con…” Con esas expresiones, le anunciaban cualquier situación, que involucraba el comportamiento de la famosa viuda.
En el sexto mes de aniversario del deceso del apreciado sobrino, un domingo, las tías acudieron al camposanto, para ofrendar en su memoria, pero, un evento, remotamente esperado, perturbó e impidió, el inicio del ritual con flores, velas y rezos…
Allí frente al mausoleo de su sobrino, alguien había llegado antes que ellas, y por los objetos que reposaban encima de la lápida, también de disponía a rendir honores…Una figura esbelta, elegante, ataviada de negro, empezaba a arrodillarse y a orar ...
Beatriz, con su acostumbrado temperamento temerario, hizo un movimiento audaz e inmediatamente, se le aproximó, con un acento en su voz, más de curiosidad que de desaprobación.
¿Quién es usted? ¿Qué hace en el sepulcro de nuestro sobrino?
“Yo, soy su verdadera viuda …La única mujer a quien amó y con quien mantuvo una relación sincera, genuina, aunque clandestina. Lo que conservó con su esposa, fue compromiso, deberes, más por sus hijos …Lamento la suerte de él, pero más mi aflicción… Cuidamos nuestra unión, viéndonos siempre escondidos, pero ahora, no me resisto a no permitirme visitar su última morada. Que, si existe un Dios, pido perdón, ya no me importa “el qué dirán”, ni las consecuencias, que puedan afectar a su núcleo familiar. Yo también soy víctima de un destino injusto y fatal”.
Las tías no articularon palabras…
Al rato se le escuchó a la misma tía, con voz queda, pronunciar las palabras que expresaba Carlos Alberto, pero en esta oportunidad, en tiempo pretérito.
“No todo lo que brillaba fue oro”
Ana Sabrina Pirela Paz
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