Ni tristeza que transpira,
sin lágrimas ni infierno,
que mortifique lo interno,
brote que agoniza y expira.
La verdad escondida
la que humilla, la que hiere,
que como surcos se adhiere
marcando la herida.
Indiferente, con mal destino,
con desilusión envejecida,
de vida descosida,
alzó vuelo tardío y peregrino.
Salvando su existencia,
despojándose de la ceguera,
que mordió como fiera,
se volcó a su presencia.
¡Cielo de decepciones¡¡
ganas de desaparecer,
de no existir, desfallecer,
emociones en acumulaciones.
Pero, estado agónico, ignora,
¡como hiere la indiferencia ¡
ojos de exclusión, ausencia,
lanza vil agresora.
Ana Sabrina Pirela Paz
25-09-2024
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