Se apagó la luz, como en la mente una idea,
en el corazón la bondad no queda,
se desvaneció la educación
como polvareda,
en el hogar y en donde quiera, solo parpadea.
Se perdió el tesoro de la amistad
en la escuela,
¿a dónde se fue la hermandad?
ya no existe, fue reemplazada
por la enemistad,
no se buscan culpables, pero, sí
desconsuela.
Urgen soluciones como estatuto,
retomen padres a los hijos sus
crianzas
y los maestros afiancen enseñanzas,
porque el aula se ha vestido de
luto.
La voz de orden del maestro cayó cabizbaja,
surgió entre pares intolerancia
y violencia,
sustituyeron el estudio y la obediencia
y a la disciplina, apartada, le dieron de
baja.
Emergencias por alumnos golpeados,
también anularon lo que ayer fue convivencia,
perdiéndose el aprendizaje como esencia,
llenaron los espacios de estudiantes acosados.
Agresión y crueldad, no hay
piedad…
lanzaron el pupitre y al marcador hecho un
borrón
fue eliminado junto al pizarrón,
¿y la tiza? la partieron en
dos ¡no hay colores! todo es maldad.
En la cartelera, con pocas letras, una nota de
tristeza,
avisan de un suicidio… ¡qué gran dolor!
identifican a la víctima y al acosador,
consecuencia del abuso y de la
rudeza.
El aula se vistió de luto…
en el listado escolar alguien
falta,
en la página de un libro, su
nombre resalta,
y en el patio de la escuela, un
silencio, para un atributo.
Es que el aula se vistió de
luto…
por el acoso o el bullying
escolar, como lo llama la gente,
un flagelo que muestra el odio
y se hace recurrente,
no es inocente, es repudiadle
en absoluto.
¿Qué haremos para que aprendan
a tolerar?
respetarse y aceptarse todos por igual,
reclamemos la paz como valor universal
es un derecho humano que necesitamos
todos acobijar.
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