Nómada arrogante,
entre el bien y el mal,
desafías el
dominio habitual,
haciéndote cómplice,
eres pañuelo natural
cuando secas un rostro entristecido.
Traes ráfagas de aromas conocidas,
eres el eterno errante que acobija…
Sin embargo, les
ruges ¡al cielo y al mar ¡
son tus
vórtices, huracán
que, en las rocas, entrechocas,
sacudiendo a la tierra, en tú ímpetu bestial.
Velocidad, dirección ¡no hay descanso ¡
¡eterno errante esencial ¡
¡No puedo tocarte ¡
Tú corriente de aire me embelesa,
nunca te quedas…
solo puedo escribir de ti lo que me dejas:
oleajes de sonidos,
aromas de una tierra y
la fragancia entrañable de aquel amor,
envuelto en un adiós, humedecido…
¡Eres el viento ¡
¡eterno errante ¡
que con tú soplo enjugas mis emociones vertidas,
¡cual si fueras el anticipado amante ¡
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