¡Si estuvieras aquí, con qué gracia bendeciría!
Con
qué ansias viviría, y
con
alegría amanecería…
Ya
no hay colores…
Se
fueron los destellos de mis días,
cuando
cruzaste aquella puerta y ya mi corazón
sentía
que nunca regresarías…
Ya no hay ilusiones ni proyectos para la vida.
Solo
hay pedazos de recuerdos, que
sé
que a lo mejor se perderían,
en
el umbral del olvido,
en esos momentos de triunfos,
donde
se olvida el inicio
y
se queda lo actual, con tu estadía…
estaré
esperando, ya no tú presencia,
sino
mi muerte, que se apresuró
en
tu acelerada ausencia.
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