Despierta el otoño,
se acortan
los días,
migran las
aves,
hojarascas que suspenden retoños.
Ropaje
colorido
altera la
arboleda,
mueve el
viento
se despabila
lo dormido.
Aires de
otoño
y aún no
llegas…
Aleteos de
golondrinas y gaviotas se alejan…
Como ave migratoria
cruzas mi
cielo,
restos de plumaje,
en el desierto
frio.
Es tú ausencia,
como muerte que
enluta
el espeso manto del callado silencio.
Soy la hoja
caída,
buscando
consuelo,
como la
oruga que arrastra el suelo.
Soy el gorrión
que levantó el vuelo,
que micra, evitando
duelo.
Te dejo mi
otoño
que no tiene
tiempo,
ni cantos ni
olores
ni plácidos
sueños.
Te dejo mi
tumba
y mi desconsuelo,
para que
pises mis hojas secas,
que caen
como lágrimas, lánguidas y húmedas.
Ya no tienen
tronco,
ya no se
sostienen,
es el eterno
adiós,
a la
infalible muerte,
que poco a
poco,
el tiempo
derrumba.
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