Si ayer, mientras nos recreábamos en las líneas que describían una sociedad futurista y tecnológica en la obra de Aldous Leonard Huxley “El mundo feliz”, publicada en 1932, hoy podríamos producir, no una historia, sino muchas en el horizonte actual que denomino en estas reflexiones “Un mundo con miedo”. Si, estamos viviendo la época de un colectivo mundial colmado de pánico. Un pavor que no discrimina fronteras, que ruge en las entrañas de una madre, como en el corazón del padre, entre toda una sociedad globalizada en la estructura humana como en la culturalmente elaborada. Un mundo atemorizado desde los cimientos del hogar, ver dentro de ese recinto hogareño, el monstruo de un familiar que violenta la humanidad y arrastra la ingenuidad de un menor, o la pareja amenazada, forzosamente silenciada, por anunciar la terminación de una relación donde ha resultado abusada e irrespetada. Vamos más allá, el esposo que fomenta la violación de su propia pareja, entre cercanos y extraños, cuando premeditadamente ha drogado a la víctima: la madre de sus propios hijos.
Un mundo atemorizado por las teorías conspirativas,
que involucran alimentos de la dieta diaria, no vaya a suceder que nos anuncien que el pan nos envenena mortalmente
o nos haga desarrollar una enfermedad terminal.
Ese temor
no escapa de los espacios escolares… miedo al que nuestros hijos sufran el
cruel bullying escolar, el abuso perpetrado por sus propios pares frente a la
vulnerabilidad del otro: se aplica la violencia verbal, física, emocional, social
o relacional y el cyberbullying, Ni hablar de lo peor. los tiroteos selectivos o no, en los centros escolares o en algún ámbito públicos.
Pero… ¿qué sucede
en las organizaciones políticas denominadas democráticas? Si ayer teníamos esmero
en elegir nuestros gobernantes en
virtud de un currículum que mostraba conocimiento, idoneidad y prestancia para el
ejercicio y desenvolvimiento del cargo, aunado a las medidas que anunciara que
pensábamos en que reivindicaría a través de las promesas el bienestar de su
pueblo. hoy observamos que cualquier sociópata que muestre problemas de adaptación social o propenso a un perfil
dictatorial, autócrata o totalitario, que solo gobierne para el grupo de sus
simpatizantes, puede llegar a ser presidente, ministro, congresista.
Quizás ya no vea el futuro de la sociedad humanoide,
pero ya observo el preámbulo, cuando nos imaginábamos el sentimiento latente de
las guerras emergentes y desde entonces… ¿cuántas no hemos visto?
También hemos
sentido la furia de la inclemente naturaleza, que el propio humano ha podido
alterar y destruir, quien como ser pensante
no ha podido reconstruir soportes esenciales para su salvación, porque solo lo salvaría
la acción con el raciocinio, cuando se libere del temor. Miedo alguna vez entendible,
porque quizás el vecino, contrario a nuestros ideales, se vuelva enemigo, o aquel,
que funge de espía denuncie el pensar opuesto del otro y de allí surge su silencio cómplice.
Pero, hay más, en sociedades cuyos
gobernantes fomentan guerras o atemorizan a sus habitantes con persecuciones en privarlos de libertad por pensar diferente, practicando políticas excluyentes, un sector de la
población emigra a otras latitudes y nos encontramos con el otro temor: el nativo siente miedo por el inmigrante, por ese
a quien llama extranjero. Miedo por sus
costumbres, por su idiosincrasia, por el color de su piel, por verse desplazado
de una labor por aquel que demuestra mayor estudio, capacitaciones y conocimientos para
realizar un trabajo que le permita subsistir.
Pero… lo
peor, a todo eso se suma otro ingrediente: la angustia futura por las
consecuencias de la inteligencia artificial IA. Un miedo que ya empezamos a
experimentar: la pérdida de una plaza laboral, base económica de nuestro sustento,
por lo que pueda representarse en un futuro ya cercano, la sustitución de las
labores tradicionales porque el mundo androide, el híbrido, el humanoide ya lo
tenemos en puerta.
¿Qué les repara el porvenir de las generaciones
ante estas novedosas civilizaciones? El resultado no lo veré, pero las opiniones,
proyecciones, criterios existen.
“La primera novela que yo leí cuando era un
muchacho fue” Yo robot “ de Isaac Asimov y no me imaginé nunca que ya
desde el pedestal de años fuera a ver que está empezando a hacerse realidad y
si algo lamento de estar tan viejo, y me gustaría estar joven, me encantaría
empezar de nuevo para aprender exclusivamente esas tecnologías fascinantes. Ver
lo que viene, prever lo que viene, a la vez es aterrador porque es el principio
en la famosa agenda 2030, el famoso reseteo del cambio, del paradigma de la humanidad,
de la hibridación, de la creación ya de los ciborgs, que ya es un ciborg
completamente artificial, pero después vendrán los ciborgs biológicos y
entonces como decían por allí:” jugar a Dios” …
13-10-2024
Estoy de acuerdo contigo, el mundo da miedo. Saludos
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