SINOPSIS
Tres casos referentes en la actuación de los llamados "influencers" nada ejemplarizantes ni dignos de" seguidores"... Uno muy difundido recientemente.
El “influencer” figura que ha proliferado en la era de la información, de diferente índole y extendido por las redes sociales como la crisis, ahora se localizan en diferentes portales, porque están en todas partes. En un principio, eran las estrellas del “marketing”, utilizados u orientados para crear tendencias, no solo para el consumo del producto que venden o sugieren, sino, como agentes capaces de contagiar y entusiasmar a todo un colectivo de “seguidores”, para su propósito comercial. Los detalles y las conductas han cambiado…
Se supone, que quién ejerza dicho rol, debe tener y mantener un” perfil” de alta credibilidad y un referente, en el dominio en los temas que aborda. Al aguantar una “lluvia” de fans, es lo poco que se le exige o lo mínimo que debe aportar. Existen de diferentes tópicos: YouTube y comediante, de vestuarios o modas top, de cocina, el top ter de influencer famosos, observándose desde una figura del deporte, hasta una religiosa y, por supuesto, se incluyen en el listado, los que ahora se dstacan como “instagramer.”
A los “inspiradores”, cuando cran contenido, deben sostener una” línea” para que su éxito se mantenga y suficiente creatividad, para que lo repetitivo, lo aburrido, evite, se empañe su misión. Pero no todo es positivo en las actividades de los llamados “influencers”. En las redes sociales, abundan, se multiplican también, los denominados “blogueros influencers”. Pero, no todos lo que intentan hacer de su perfil, una ventana abierta, para que su postura o criterio, se les “siga”, destacando sus habilidades, fortalezas o virtudes y puedan modificar o alterar, el pensamiento o la actuación de alguien, logran victoria.
No, no todos obtienen el triunfo, porque nos todos poseen la suficiente genialidad, para dicho logro: fallan en cómo permanecer y en cómo conducirse, dejando entrever una conducta censurable en lo que difunden, porque sencillamente, no están preparados para enseñar influencias, y esa exposición, debe se aprendida, no improvisada. Algunos, usan esa vía para “hacerse” de fama, pero carecen de atributos, de capacidad, de delicadeza, de tacto, de pericia, cayendo en la torpeza, en la impericia… en la maldad, hasta en la perversión. Cuyos resultados, han sido acontecimientos desastrosos, que suben al podio, lo negativo que resalta dicha actividad, apartándose, de aquellos, que ofrecen un oficio serio, profesional y de buena voluntad.
Solo para mencionar tres ejemplos que han recorrido el mundo:
Ekaterina Didenko, influencer rusa, prepara su cumpleaños número 29 (02.03.20), en donde ocurrió una lamentable y grave tragedia: tres personas fallecidas, entre éstas, su propio esposo. ¿La causa? El grupo de invitados, (la prensa reseñó 18), decidieron echar aproximadamente, 30 kilos de hielo seco al agua de una piscina, para crear una capa de humo y efecto de “niebla”. Muriendo tres jóvenes, por asfixia, al faltar el oxígeno. La idea no pudo ser más desacertada, por la ignorancia que representó: Desconocían que, al llenar la piscina, de hielo seco, que es químico, al derretirse, crea dióxido de carbono.
Segundo ejemplo: “Detienen a un “Instagramer”, que fingió tener coronavirus en pleno vuelo”. Se trató de Potok Phillippe, nombre artístico, de un joven que causó pánico en el vuelo West Jet Fligh 2702, que cubría la ruta Toronto-Jamaica, el cual tuvo que regresar, tras dos horas de despegue. Al parecer el objetivo, fue “subir” un video en redes, para promocionar su música. “Potok se levantó de su silla con el celular en la mano, mientras se grababa y aseguró que se sintió mal físicamente desde que había regresado de Wuhan, epicentro del coronavirus.”
El último y recién, ejemplo, no puede ser más revelador: el “influencer” colombiano, Jay Tommy, “hizo comer jabón a ancianos como si fueran helados”. Elaborados por él mismo y unos acompañantes, quienes grabaron todo el proceso, el “paso a paso”, partiendo, desde la compra de las barras de jabón, de cómo fueron decoradas, con chocolates y dulces, y la entrega de los mismos. El video se hizo viral, difundido en diferentes medios de comunicación.
El susodicho, ha pedido disculpas, restándole importancia a su “broma” porque considera que sus víctimas sabían de qué se trataba. Elaboró y distribuyó, junto a colaboradores, en las calles de la hermosa Cartagena a ancianos, entre los que se encontraba un niño y les solicitaba, que manifestaran, si les había gustado el sabor o no. Eso tuvo repercusión legal y un repudio colectivo: se le abrió un procedimiento por los delitos contra la seguridad pública y la salud, según la Fiscalía General de ese hermano país, según comunicado en fecha 24.11.2020.
Esas consecuencias jurídicas, no bastan, aquí se trata de una conducta más que miserable, canallesca (eso lo escribo con indignación) porque al mostrar su desenfreno, pone en riesgo la salud de personas débiles e inocentes.
Sobre esos comportamientos, debe legislarse pronto, porque la justicia tiene brazo corto, cuando potenciales delitos, no están tipificadas específicamente en un texto legal.
En el último ejemplo, hubo una multa, tampoco es suficiente…Debe existir una aleccionadora y ejemplarizante decisión por parte del órgano decisor, como una medida sustitutiva conjuntamente con la privativa de libertad, pero en caso de no estar tipificada la última, dictarse la sustitutiva. Sería, por ejemplo: el que ejecute en beneficio de la comunidad la prestación de un servicio, como, el de exponer charlas sobre la protección de los derechos humanos de los adultos mayores y niños en situación de vulnerabilidad, para que se instruya , empatía, solidaridad y respeto. Otra, el que elabore helados auténticos, en una prestigiosa heladería, bajo la supervisión de un experto y que los reparta, él mismo, entre las personas más carenciadas de alguna localidad. Los gastos de ingredientes y repartos, deben surgir, de su propio peculio. También es poco, el que se le bloquee la cuenta. Porque la justicia no debe quedar escasa, exigua…ni la sociedad desprotegida de semejante actuación.
Ana Sabrina Pirela Paz
(nov. 2020)
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