SINOPSIS
Un diálogo entre dos hermanas, con diferentes creencias y actitudes, ante un acontecimiento inexorable: despedirse del padre ante la muerte.
Despídete hermana, saldrá la carroza…. terminaron los servicios religiosos. Ya todo está dispuesto.
No se despide al amor, cuando es eterno…No se despide de un cuerpo, cuando la imagen es imperecedera…
Déjate de retórica y toma la rosa blanca y muestra tús respeto. Sal ahora, que van a cerrar el féretro…
¿Por qué una rosa blanca? Cuando entregó un arco iris de ellas …Lo del respeto, fue, es y será siempre…
Despídete, por favor hermana…Los demás familiares esperan…
No despediré a un difunto…Él vive en el pensamiento del querer, que honro.
Están tocando lo último, el réquiem…Al terminar, todos nos reuniéremos y seguimos el cortejo.
¿Por qué el réquiem, si nadie a muerto? No fallece el que deja enseñanzas y glorias.
Hermana…Te quedas sola, ya todos nos vamos. Dime por favor, tan solo, una palabra para que en tú nombre le diga.
Para satisfacer tus maneras, dile. “Gracias por tanto!! , y no estoy sola…Estoy con su presencia, transformada en fiel espíritu. Me consuela y me anima, por eso es que no lloro, ni lamento su partida… Me enseña ahora, que nadie se queda sin compañía.
“Hermana…. ahora sí... ¡estás enloqueciendo!!”
Loca no estoy…tengo la consciencia despierta. Hoy veo, más allá, de dónde surgen las apariencias…Sigue tú las formalidades…Yo me quedaré, escribiendo el epitafio:
“El hombre que identifican aquí, no yace, reposa en el jardín de los recuerdos, sembró amor, educación y ejemplos.”
Tú esposa, hijo e hijas.
Ana Sabrina Pirela Paz
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