25 nov 2021

MI AMIGA LA SAPIOSEXUAL...

 

SINOPSIS

Una historia verídica de una amiga, que creyó ser sapiosexual.

“La inteligencia busca y el corazón encuentra”

                              (George Sand)

 

La primera vez que escuché la palabra sapiosexual, fue aproximadamente hace ocho años, término no reconocido por la Real Academia, no obstante, me pareció interesante e inicié indagar su procedencia. Pero, como el destino, llega y juega, me encontré, después de dos años, con Emi, una amiga desde la secundaria .Al inició de la charla, me comentó que seguía soltera, que  estaba identificada plenamente con la definición de ser una persona sapiosexual y que,  en ese momento, como si se tratara de un gran secreto, me comunica que   estaba “enamoradísima”, de su tutor de posgrado ,modalidad online MBA con orientación de Information Systems, que actualmente cursaba.

 

 ¡Deseo que lo conozcas! es una belleza de hombre. ¡Es tan inteligente! Te invito el próximo viernes, a las 3:30 pm, hora del café y te lo presento. Amiga no faltes. ¡Te va a gusta! Es guapísimo y así me das “el visto bueno”.

Mi amiga y yo siempre hemos sido las amigas confidentes, así que intuí, que mi opinión era importante, pero no decisiva.  Emi, acostumbraba a pedir consejos, recomendaciones, sugerencias, pero terminaba haciendo lo que deseaba. Por lo que ir a la invitación, opinar, y posteriormente, ella decidiera, era un hábito en nuestra relación amistosa.

Efectivamente, el viernes a las 3:30 le toqué el timbre de su piso y allí estaba esperándome, con la mejor de sus sonrisas, casi eufórica.

Entré y sentado en la sala del estudio, en un escritorio clásico de madera pulida, estaba el profesor Matías. Así fue como se presentó. A primera vista, observé un hombre de personalidad estructurada, muy varonil y de un físico… ¡arrollador! ¡Lo tiene todo como en botica!  como diría mi abuela, pensé. Cuarenta y cinco años aproximadamente, con apariencia de intelectual, gafas modernas y de marca reconocida, adaptadas a la fisonomía de su rostro y una fragancia, extremadamente masculina… En ese momento, confieso, que sentí una sana envidia hacia los gustos masculinos de mi amiga…Pero…percibí, desde el primer contacto visual, que no era el galán que Emi, había idealizado.  Solo era un hombre extremadamente guapo” un colirio para los ojos”, como dicen por las calles, sin quitarle méritos a los conocimientos que ofrecía.

Empezamos a conversar, entre sorbos de cafés y canapés. Fue una tertulia amena, entretenida. Emi, no le quitaba los ojos de encima de la humanidad, a su tutor. Yo, en mi pensamiento, concluía que era demasiado obvio, lo que mostraba. Su mirada era casi insolente, era un juego entre picardía e inocencia, pero con dejo de invitación. Conocía a mi amiga y sabía que podía manejar muy bien las herramientas de la seducción.

Cuando los temas surgían más interesantes, se escuchó el sonido del móvil del tutor, que lo llevaba dentro de su traje. Se apartó y atendió el llamado. Luego, salió del salón a prisa y se despidió. Emi quedó desolada. Pero, ya había, para ese entonces, “soltado” la información que se requería.

 “Es casado, tiene una marca de alianza en su dedo anular de la mano izquierda. No te has dado cuenta, porque las mujeres pierden los sentidos cuando se enamoran. Hombre prohibido”. Le dije.

“Ni tú ni él, son sapiosexuales…” Concluí.

 

Entre la tertulia y anécdotas, fui descubriendo al susodicho: No le gustaba la lectura, solo le atraía la enseñanza de la materia que impartía. Detestaba ir a los museos, obras teatrales, y todo lo que le olía a “arte” porque para él eran sitios aburridos y de gente “come flor”, así lo dijo. Su estudio se circunscribía a la “tecnología futurista” y al boom de ahora: la “inteligencia artificial”, y que ese era su círculo. Palabras menos, palabras más…

A grandes rasgos, así se describió el mismo. Emi, lo había escuchado todo, pero obnubilada, por el “encantamiento”, no se había dado cuenta, que ese hombre no correspondía a sus intereses, ni encajaba en sus preferencias.

 Ella la sapiosexual” aún no distinguía que no todo intelectual puede catalogarse de esa forma. La persona con esa definición, tiene sus características propias, que así lo determinan, según estudios de expertos, ya muy difundidos.

Sapiosexual, es la persona que considera a la inteligencia, como el principal factor en la atracción sexual. Es decir, el cimiento de la relación, no es la consabida, no es la convencional, que se fundamenta en el estereotipo del físico. En el pensar y actuación de las personas sapiosexuales, priva, la sapiencia, sobre la apariencia, encima del aspecto físico, corporal. Sube al podio de su selección afectiva, el saber, la sabiduría, ante que la fisonomía de la otra persona.

El vocablo se deriva del prefijo: “sapio”, del verbo latín “sapare”, que traduce “ser sabio”. Término que aún no es aceptado por la Real Academia Española (RAE), como referí antes, pero, llega de la mano, con el término parafilia, que se interpreta como la “atracción sexual por la inteligencia del otro”.

Ese tipo de enamorarse de la inteligencia de la otra persona, siempre ha existido. Puede verse en la atracción de las féminas por sus maestros, profesores o en los tutores u orientadores en los niveles de cuarto y quinto nivel de estudio.  Se estima que las mujeres son más propensas a ese tipo de sentimiento que los caballeros, porque a ellos, los mueven más los estímulos físicos.

Las personas sapiosexuales, desdeñan lo superfluo, se centran en el pensar profundo, analítico y resolutivo de la persona, sea hombre o mujer. Admiran lo intelectual, huyen de las conversaciones superficiales, frívolas, vacías. Posiblemente desprecien, lo insuficiente, lo trivial, lo común en charlas, conferencias, coloquios. Visitan los museos, teatros, salas de cines selectos; asisten a los conciertos o las verás, en un café o bar, leyendo un buen libro; o en una plácida plaza disfrutando de un atardecer.

Su atracción la direccionan en las pláticas que estimulan el conocimiento y en novedosas vivencias. Seres con una gran imaginación, con curiosidad ante las perspectivas de vida. La inteligencia es valorada en lo superlativo, en el momento de decidir una relación sexual. Es como diría René Descartes, antes la duda y su única forma de encontrar la verdad, es mediante la razón, por ello, su célebre frase “pienso, luego existo”. Hoy, los sapiosexuales, piensan, como lo diría mi persona: "muéstrame tú inteligencia, y luego nos acercamos”.

Se proyecta, que con el avance tecnológico y las herramientas que ofrece el mundo digital, ese tipo de enamoramiento ha acrecentado. Si bien es cierto, que dicho recurso es utilizado para el sexo “on line” o “sexting”, también existe un sector, que se relaciona con las palabras escritas, a través de las “conversaciones”, mediante mensajes, donde hace gala la seducción con la elegancia de una sugestiva y elocuente narrativa, donde la incitación, la fascinación y el atractivo, van implícitos. Resultando sorprendentemente, un enamoramiento, serio, tangible.

Ante esas apreciaciones, descubrí que Emi, mi amiga” sapiosexual,” debe de continuar “observando” y “escuchando” con más detenimiento a su próximo galán y a ella misma…

La última vez que la vi, al verme, quizás, para que no le moviera el tema, empezó a cantar la canción de Thalía y Lali:

” Tú tienes el cuerpo duro y el cerebro en blanco,

¿Por qué no te lees un librito de vez en cuando?

Eres lindo, pero bruto, seduces, pero solo con el bulto…

Calladito es que te veo más bonito

Tú tienes el talento bien oculto…”

 

 

Ana Sabrina Pirela Paz

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