SINOPSIS
Una experiencia en el Despacho Oficial un día tal como hoy...
¿QUIÉN SIRVIÓ LAS TAZAS DE CAFÉ?
Estábamos, un día tal como hoy, dos de noviembre, había, programado con el equipo del personal de la oficina, para que nos turnáramos, y llegáramos una hora antes de la entrada habitual al Despacho, con el objetivo de adelantar las estadísticas de las actuaciones efectuadas durante todo el año, las cuales debíamos plasmar en unas tediosas y largas planillas, para ser entregadas antes del 15 de diciembre. Éramos, cinco personas, por cada Despacho: el Fiscal Auxiliar, el Abogado Asistente, la Secretaría, el Mensajero y la Fiscal Principal, mi persona, quien coordinaba y tenía la responsabilidad funcionarial,administrativa y legal de las funciones encomendadas.
Así, que ese día, llegamos a primera hora, 6:30 am, el Fiscal Auxiliar y yo y nos organizamos para adelantar las actividades. En el ínterin, de las mismas, recibo una llamada telefónica de la secretaria, quien estaba en periodo de prueba, informándome, que se le había olvidado comunicarme que a las 7:30, había colocado en “agenda” las testimoniales de dos representantes del Consejo Municipal del Estado, y que la disculpara, porque no podía asistir a labores, por habérsele presentado un problema familiar. Dicho eso, ubiqué, de forma inmediata, los archivos relacionados al caso, sumamente conocido, sobre el cual ya teníamos, previamente, las preguntas elaboradas para el interrogatorio de los funcionarios vinculados en el mismo.
Me acerqué al cubículo del Fiscal Auxiliar y le manifesté:
“-Mientras yo formulo el interrogatorio, tú trascribes las respuestas, la secretaria no asistirá, así que entra a mí Despacho, que aquí los atenderemos”. Rossi, que así se menciona, mostró con el rostro desacuerdo. No le gustaba hacer las tareas correspondientes a otros. Pero, como equipo, debía encargarse, allí nadie era indispensable, eran las políticas administrativas impuestas.
A las 7:30, me anunció el personal de Seguridad, la presencia del Director Legal y jefe de la Coordinación de Planificación del ente municipal, a quienes se les cedió la entrada hasta el piso número 6 donde estaba ubicada nuestra Fiscalía, con competencia en materia contencioso administrativa, funcionarial y constitucional, de la Región Occidental del estado.
En forma inmediata, iniciamos el interrogatorio con el Director de Asuntos Legales, el caso, estaba relacionado a la emisión de un acto administrativo dictado, por la máxima autoridad del Consejo Municipal, presuntamente, nulo, contrariando normativas constitucionales y legales en materia urbanística. Cuando estábamos, casi culminando la indagatoria, escuchamos que alguien abrió la puerta de la Oficina, donde solo existe una sola entrada, y se dirigió al cubículo del archivo. En ese mismo espacio, está improvisado un espacio que lo llamábamos “saloncito del café”. Oímos, que quien entró, se dispuso hacer café, se percibía el aroma y el ruido normal de la preparación de la cafetera y movimiento de tazas, como si ya estuviera en posición para ser servido. Preparar café, siempre fue una tarea cotidiana, lo hacíamos todos los días a primera hora de la mañana, para el personal, usuarios y visitantes.
El Jefe de Planificación, cuando escuchó el movimiento con los ruidos de las tazas, dijo:
“-Ya era hora Doctora, muero por una taza de café”.
“Con gusto se lo servimos. Aguarde unos minutos, ya ordeno para que los traigan”. Dije.
Llamé por el intercomunicador, dispositivo, que estaba instalado en mí escritorio. Nadie respondió. Así, que esperé unos minutos, para dar tiempo. Deduje, mentalmente, que la Abogada Asistente, era quien había entrado y andaba en los preparativos para servir.
Se culminó el interrogatorio del ciudadano antes identificado y se invitó al Jefe de Planificación, ocupara el lugar, para continuar la indagatoria.
En virtud, de que Lisbeth, así se llamaba la Abogada, no entraba al Despacho, volví a llamar por el intercomunicador y por segunda vez, nadie respondió. No obstante, se seguían escuchando movimientos de sonidos en el “saloncito” y como nadie respondía al llamado, le dije al Fiscal Auxiliar:
-” Abogado Rossi... ¿puede ver qué sucede afuera? Y con una mirada, de pocos amigos, volvió a mirar con disgusto. Su personalidad era así, engreída y airosa.
Fue cuestión de instantes, segundos...Se escuchó un grito, que se percibió en otros despachos, a más de tres pisos, así me lo refirieron, posteriormente:
¡¡“Doctora!! aquí no ha entrado nadie, la puerta de entrada está cerrada”! El grito de Rossi, se escuchó aterrador y se oyó, que abrió la puerta de salida y dio un portazo con toda la fuerza que pudo desarrollar su humanidad. En ese mismo momento, salió corriendo, fuera de la sede del edificio.
Salimos del Despacho, los dos funcionarios de la Municipalidad y mi persona, y efectivamente y como lo expresó Rossi, en su alarido, no había nadie: no había entrado persona alguna...
Cuando entramos al Salón de Archivo, allí en el improvisado “saloncito del café”, estaban las tazas y platos, en su respectivo puesto, como se guardaban todas las tardes al terminar nuestras labores. La cafetera limpia y en su sitio, igual que el envase del café, colocados siempre, en el interior de un armario, adyacente a la mesita de cuatro sillas, utilizadas por el personal en las horas de descanso. Nadie había manipulado absolutamente ningún objeto, todo estaba incólume.
Nos miramos los tres, con miradas interrogantes, pero sin formularnos preguntas y volvimos al Despacho. El Jefe de Planificación, quien no había culminado el interrogatorio, se dirigió a mi persona, con semblante de temor y ruborizado, dijo:
“Fiscal... ¿puedo volver otro día para que continuemos?”.
“Si, regrese el miércoles, a la misma hora”. Le respondí.
El Director Legal, no pronunció palabra alguna, ni siquiera para despedirse. Ambos salieron con paso apresurado y atropellado.
Me quedé sola y pensando en el acontecimiento. No soy de espíritu temeroso, al contrario, la vida me ha enseñado enfrentar lo conocido y lo desconocido también. Con las funciones en materia de Fiscal Penal, el que ya había superado, uno expone y se arriesga a cosas muy desagradables y a sorpresas imprevistas, donde a veces no se tiene el control, ni respuestas del por qué ni para qué suceden... Uno pierde el temor. No hay tiempo para el pánico, angustia o incertidumbre. Hay que continuar...
Entró Lisbeth, la Abogada Adjunta y dijo:
¿Qué pasó aquí Doctora, afuera, dicen que Rossi, salió con un escándalo y tirando puerta”? No le respondí.
Después llegaron dos funcionarios del Departamento de Seguridad, preguntando lo mismo.
“Aquí, no ha sucedido nada. Cuando Rossi regrese, pregúntenle a él.”- Contesté.
Los funcionarios, al escucharme el tono de voz no amistoso, se retiraron...
Transcurrieron los días, y entre los funcionarios, se plantearon conjeturas sobre quién podría ser el autor o autora de los movimientos y ruidos con las tazas de café. El personal de las otras fiscalías, después que se enteraron de lo sucedido, empezaron a representarse la idea definitiva y lo daban, por cierto, que la “persona” que había producido los ruidos y quien nos había “visitado”, circunstancialmente ese día, 2 de noviembre “Dia de los Difuntos”, era Norma, la anterior secretaría del Despacho, que, para la fecha de los hechos, tenía dos meses de fallecida, su deceso fue un 2 de septiembre , ocasionado por una mala praxis en el momento de dar a luz.
Norma, se fue a temprana edad, solo tenía 29 años...y fue el personal más cercano y apreciado por mi persona. Entró a laborar a los 18 años e hicimos un equipo, no necesitábamos más nadie en cuestión de labores, nos abastecíamos por nosotras mismas. Inteligente, autosuficiente y proactiva. Pero tenía una cualidad que sobresalía en los demás, que conformaban el staff del personal, era extremadamente atenta...Cuando hacía el café, que fue casi siempre, salvo ocasiones por ocupación excesiva, se lo servía a los presentes, y solía llevar una bandeja, del mismo modo, a los demás funcionarios que estaban en el mismo piso y quienes pertenecían a otras dependencias fiscales. Así fue Norma, amable, cordial y receptiva.
Siempre la recuerdo sirviendo las tazas de café...Hoy evoco palabras de Marco Tulio Cicerón:” La vida de los muertos, está en la memoria de los vivos”
Ana Sabrina Pirela Paz
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