SINOPSIS
Un sueño que nunca traspasará a la realidad.
Te vi de pronto…y estabas como esperándome y volteaste y ambos corrimos al encuentro, con tus brazos abiertos y fuertes me abrazaste…fue un abrazo mágico, lleno de amor y energía.
Estuvimos así sin poder zafarnos. Era el deseo de no despertarme o el tuyo de retenerme…pero la realidad, se hizo presente y mis ojos se abrieron y mi consciencia despertó, pero aún sigo sintiendo tu aliento, tu peso en mi pecho, y tus manos entre mi espalda.
Fue el abrazo que reconforta tu ausencia y la experiencia de esta fe que me anima, a encontrarnos otra vez y para siempre… Moriste un 22 de septiembre, una mañana soleada, momento en que no dejamos de percibir el trinar de los pájaros en el patio del lado izquierdo, donde compartíamos música, pláticas y reencuentros.
Moriste dormido, callado, como si se te hubiera sellado la boca, sin pronunciar tus palabras, esas que fueron tantas veces pronunciadas y escuchadas. Recuerdo que te besé la frente, las manos y los pies. Bañaban mis lágrimas aquella piel fría en tu cuerpo con reposo.
Te fuiste a destiempo, temprano, inmerecidamente, a otra vida que desconocemos y que aún no se tienen respuestas.
Sólo sé que ante tú partida, renació en mi otra persona, te llevaste contigo mi alegría, mi entusiasmo y hasta una parte de mis sueños, hoy truncados por no verte.
Es que no hay un dolor más intenso, que ver partir a un hermano, a ese, el de la compañía fecunda, el de la sonrisa sincera, el del cariño eterno.
Te fuiste y ya no soy la misma. Falta tu algarabía, el consuelo en tu compañía. Hoy permanece en mi el vacío de la nostalgia permanente.,
Concluyo que tú en mí, fuiste un sueño o un juego en el tablero de la vida, que cuando nos empezábamos a recrear, te despediste y te volviste fugaz entre la vida y la muerte.
(En memoria a Bruno, mi amado hermano, ejemplar)
Ana Sabrina Pirela Paz
Buenos Aires, abril 2020
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