21 nov 2021

UNA MIRADA A LA SEXUALIDAD FEMENINA EN LA ÉPOCA VICTORIANA.

 



SINOPSIS

La historia registra una era , que aunque tuvo un desarrollo cultural e industrial pujante, mostró una doble moral cívica, acobijada en códigos de fe, posiciones religiosas, en una población menguada por las desigualdades sociales y de géneros.

“La humanidad tiene una moral doble: una, que predica y no practica, y otra, que practica, pero no predica” (Bertrand Russell).


La época victoriana (1.837-1901) reconocida por una sociedad de doble moral y desigualdad entre los dos géneros. Donde la represión sexual en las mujeres era casi un código de estricta conducta y estigmatizado, su deseo, como una enfermedad: “histeria” y la masturbación como un “vicio oscuro”.  En el hombre, su sexualidad libre, pero solapada por falsas apariencias de respeto, cundía el desenfreno en los burdeles, pisoteando el puritanismo que pregonaban. La misma nación que condenó a Oscar Wilde, por conducirse tal cómo era. Uno de los más destacados dramaturgos, poeta y escritor que emergió en el citado periodo, con un notable ingenio,efervescente  crítico, cualidad que lo  acompañó para hacerse eco del sarcasmo social…

Al voltear la mirada, hacía el pasado, con la furtuna de que muchos prejuicios están superados, no se nos hace dificil  imaginarnos , un diálogo, entre una Dama y un Caballero, en aquellas calles pocas soleadas, de un Londres victoriano, tardío.

Dama: ¿Cuándo se  apropia de mi rosa tudor, abierta de placer, que entre mí volcán inferior, descansa?

 Es una avalancha de pasión que tiembla somo una erupción, dispuesta a que en su tierra aviva la lava…

  Y ¿qué ha de hacer con las dos montañas superiores, que como en los Bosques de Epping, firmes se mantienen?  erigidas, esperando una exploración forzada…

Dispuesta estoy, en que los labios de usted Caballero , pronuncien un “si”.

Entonces, mansa, cual posición servil, me desprotejo del ropaje… ¡Suelto enaguas¡,

que cómplices de emociones, aspiran mi rápido desabrigo.

 El Caballero, que acaricia con su apetitosa mirada, las dos cimas elevadas en un pecho palpitante y en todo el territorio corporal, que la Dama contiene, responde, mostrando un talante de falsa arrogancia:

No me atormente en derramar su histeria, lujuria, atrapada, febrilmente lasciva.

¡No descargaré mis emociones en usted presentes y futuras ¡. Ni las que no conozco ni las que he de inventar, las que no ha podido sentir ni ver.

Piense en la moral y la fe, primero es el honor. No tomo doncella, ni me acuesto con mujer ajena, respeto hasta las cortesanas del Reino.

Me voy a los burdeles… Allí hay ¡sexo, placer y vino ¡

¡El carruaje sabe el camino ¡…


Ana Sabrina Pirela Paz

(septiembre 2021)


 

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