SINOPSIS
Una tarde en un café, surge de la experiencia de una conversación de una fémina ante un desconocido. Un relato que muestra rasgos y factores de las emociones que en esta época afloran en el ser: soledad, insatisfacción, desmotivación...La llamada "crisis existenciales".
La Boleta de Excarcelación...
Aburrida de tanto encierro y como ya las restricciones sociales por la pandemia, se habían, en algunos sectores, flexibilizando, Mónica se dirigió al afamado café de la ciudad, ubicado en la Avenida de Mayo. Necesitaba caminar, sentir la sensación de libertad, mientras pensaba en eso, se imaginaba, entibiar sus manos, sujetando una taza de la humeante y oscura bebida.
Mientras caminaba por las calles, observaba el paisaje natural del cruento invierno: árboles desnudos, personas cubiertas con abrigos, gorros y guantes, arrastrando rápidamente sus pasos y ahora, cubiertos sus rostros con mascarillas, dando la percepción de que estuvieran viviendo en una ciudad altamente contaminada…No es así, Buenos Aires, es una gran ciudad, arquitectónicamente hermosa y con abundantes sitios, estilo café europeos, donde a ella , le gustaba distraerse, sea desayunando o merendando.
Entró a su destino, eran las 15:30 aproximadamente, el personal, ya la conocían. El lugar bellamente decorado, que se remonta a la “Belle Epoque:” revestimiento de madera en sus amplias paredes, destacados vitrales, pisos de mármol y las conocidas lámparas de araña, cuelgan de sus techos. ¡Majestuosamente regio! opinó Mónica.
Se acercó a la mesa, la que casi siempre ocupaba. Dudó en sentarse, encima reposaba un bandoneón, que, por el aspecto de sus botoneras, daba la impresión, que tenía muchos años deleitando con su melodía… ¡Hermoso ¡exclamó en voz alta…Lo tocó, sutilmente…y recordó su niñez. sentada frente al piano, en el conservatorio musical, donde por un largo rato logró estudiar música…Un sentimiento nostálgico, se apoderó de su sentir.
- “Podemos compartir la mesa, si no es molestia” Escuchó una voz masculina detrás de su espalda, que interrumpió sus pensamientos. Mónica giró la mirada y dirigiéndose al desconocido, indicó:
“No tengo problemas… es que siempre me instalo aquí y hoy, me encuentro con esa magnifica sorpresa: un bandoneón”.
- “Es de mi propiedad, soy profesional de la música. Vengo de ensayar, para no perder la costumbre y prefiero hacerlo en la academia, queda a pocas cuadras de acá. Aunque resido en una casa amplia, no deseo molestar a nadie con mi afición.”
- ¿Alguién se molestaría, si toca el bandoneón en su propia casa? Interrogó Mónica.
“Sí, preciosa dama, a mí esposa le desagrada hasta el sonido, si fuera por ella lo quemaría, haría leños con él. Vivo en un cautiverio legal, llamado civilizadamente matrimonio, pavorosamente asfixiante, oprimente. No exagero, estoy casado desde hace más de veinte años, es decir, casi toda una vida, pero, esa relación de dos, que enamorados nos comprometimos, por Doña Rutina o Don Hastío, sencillamente, el amor acaba, como dice la canción de José José, se me ha vuelto, inquebrantablemente pesado…Cuando pude firmar, voluntariamente mi boleta de excarcelación, yo mismo, me contuve por los hijos, que ya no están, cada quién está forjando su destino. Dos en total: la hembra casada, que me regaló dos nietos y el varón, vive en el exterior, un soltero empedernido, rogando que se mantenga siempre así.”
Ahora estamos ella y yo, como la letra del tango “Como dos extraños” …Por fortuna, mi refugio y regocijo es mi música y mi compañero, el bandoneón, que, en esta etapa de mi vida, me ayuda a aferrarme a la vida.”
Mónica, aún sorprendida, por la espontaneidad del tipo de conversación que el desconocido había entablado, que le parecía más una confesión, que una plática, quizá, motivada a un necesario desahogo, lo observó detenidamente, con cierto disimulo. Un hombre atractivo, como de cincuenta y siete a sesenta y cinco años, le calculó, de porte elegante, estatura alta, piel blanca, ojos azules y cabellos aún abundante, color castaño oscuro."Todo un galán" !! Se dijo así misma.
- ¿Le puedo hacer una pregunta, en virtud de lo que usted comenta? Preguntó Mónica.
- “Las que vos querrás”. Respondió.
-“Después de que los hijos dejaron el nido, si era verdaderamente, por esa causa, ¿por qué entonces, no retomó la idea de firmar su propia “boleta de excarcelación”… ya no había excusas de continuar, lo que usted llama, cautiverio.”
-“Hubo varios factores, yo diría, el primero, por cobardía…El segundo y demás motivos, por “el qué dirán”, por los nexos entre las familias, tanto de ella como la mía. Todo un problema…Se lo planteé en dos oportunidades y se hizo un terremoto de conflictos, donde ambas familias intervenían…hasta los amigos que teníamos en común.” Contestó.
Y en la actualidad, en este momento… ¿no podría impulsar, nuevamente, la situación para una eventual libertad? Mónica, nuevamente intervino.
¿Ya para qué? Con mis años vividos, desgastados…carezco de motivación e ilusiones…Más con esa pandemia, que no sabemos, sin mañana, estaremos vivos…Solo sé, que la vida se me hizo sumamente larga, esperando un evento resolutivo y yo mismo me puse trabas mentales…No tuve, definitivamente el valor…Hace ochos años, me enamoré, irremediablemente de una mujer, que me brindó desinteresadas y discretas atenciones y de tantas promesas, en decidir irme a vivir con ella, una tarde me dijo: “ Daniel no vengas más…me quedé en este país por ti, te invité a venirte al mío y aún sigues pensándolo, yo regreso esta misma semana, tú no estás “casado” con tú esposa, sino con una estructura social” . Nos despedimos y allí quedó todo. Mil veces arrepentido, por dejarla ir…Deduzco, que no le sobraban razones”. Manifestó.
-“Daniel…creo que usted es producto de su propia debilidad y eso se cobra caro. Las decisiones deber tomarse en el tiempo oportuno, más cuando los hechos empiezan a tornarse difíciles y hacernos infelices. Ser feliz es una decisión, donde resolvemos dónde deseamos estar y con quién, sin ataduras, con plenitud para nuestro propio desenvolvimiento vivencial, en un entorno que puede ser en solitario o en compañía. Usted también, en mi opinión, no quiso arriesgar su “zona de confort”. Posiblemente, posee la esposa que lo atiende en todos los servicios: cocina, limpieza, dormitorio y encima de ello, madre, seguramente ejemplar…Usted se enamoró, pero no arriesgó el cuidado, las deferencias, que quizá su atenta cónyuge aún le brinda…¿No se ha puesto en el lugar de ella?...Ella no está muerta, ella siente y a lo mejor, pensó alguna vez en dejarlo, pero estuvo y está, igual que usted, atrapada en el “cautiverio”…Si quiere transitar otra vía en libertad, atrévase y busque la pertinencia…Pueden ser diez años, cinco o menos, pero viva la experiencia. Si le falta valentía para ese salto, entonces, resígnese a vivir “Como dos extraños” y olvídese de lo demás”.
¿Y vos cómo has vivido?
-“Yo desde hace tiempo, parafraseándolo, firmé mi propia “boleta de excarcelación” y mi libertad nunca le negocié, ni la sujeté a nada ni a nadie. El mismo deseo de estar libre, fue el que me empujó a quitarme el manto de miedo, que alguna vez me paralizó. Pero, no todos somos, ni actuamos iguales. Porque sencillamente, es un estado de decisión y esa fuerza motora debe salir, internamente de cada quien.”
Daniel la miró fijamente y como reflexionandando, dijo:
“A vos no te faltan razones”.
Una pausa prolongada, fue sentida en la mesa. Mónica tomó su bolso, canceló su cuenta y antes de despedirse, Daniel la preguntó:
¿Podríamos invitarnos nuevamente?
“A un café sí, para una interesante charla … siempre y cuando el encuentro no se interprete como un acuerdo de citas.”
Daniel no le respondió…
Mónica, sabía, que existen hombres, que aparentan estar solitarios, se muestran víctimas del matrimonio, pero disfrutan en él, con esposas abnegadas y fieles y en la primera entrada, ante una desconocida, hablan de un supuesto infortunio y si se encuentran con damas vulnerables, ante las sigilosas seducciones de los caballeros, pueden caer en una relación, que de por sí, se inicia fallida, porque una buena y sana relación amorosa, no debe estar compuesta por tres…Si las féminas pensaran de la misma forma, en que concluía Mónica, posiblemente, las estadísticas de divorcios, fueran menos…
Daniel le extendió la mano, en señal del saludo de despedida y salió tarareando el famoso tango:
“ Me acobardó la soledad,
y el miedo enorme de morir lejos de ti
que ganas tuve de llorar
sintiendo junto a mí
la burla, de la realidad
y el corazón me suplicó
que te buscara y que le diera tu querer
me lo pedía el corazón y entonces te busqué
creyéndote mi salvación.
Y ahora que estoy junto a ti
parecemos ya ves, dos extraños
lección que por fin aprendí
como cambian las cosas los años
angustia de saber
muerta ya la ilusión
y la fe, perdón si me ves lagrimear
los recuerdos me han hecho mal.
Palideció la luz del sol
al escucharte fríamente conversar
fue tan distinto nuestro amor y...
duele comprobar que todo, todo terminó
que gran error volverte a ver
para llevarme destrozado el corazón
son mil fantasmas al volver
burlándose de mí y
las horas de ese muerto ayer…”
Ana Sabrina Pirela Paz
(agosto 2021)
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