27 nov 2021

LA OTRA PANDEMIA

 


SINOPSIS

Página N° 9 arrancada de un diario que recogí del piso en el subte, en donde se descubre otra pandemia.

 Página  N° 9  arrancada de un diario que recogí del piso en el subte, en   donde se descubre otra pandemia.

 

Hace mucho frio, tengo taquicardia, pero no es por clima, es por la emoción  de enfrentarme hoy  a la entrevista de trabajo. Me siento feliz y entusiasta. Debo estar puntualmente  a las 10:00 am así me lo enfatizó la ejecutiva.

Googleé los “tips” sobre la forma de ir vestida y lo hice al pie de la letra. Me enfundé en un abrigo beige, sobre un blazer azul, calzado del mismo tono y agarré mi bolso marca “Furla”, tomé  el currículo vitae, ese, donde en escasas dos páginas plasmé mi trayectoria profesional de 20 años, tres postgrados y además, las experiencias laborales ejercidas. Acatando al pie de la letra lo que impone el “sistema” sobre las entrevistas laborales.

Abordé el subte. Sali, estoy  afuera, siento un tiempo extraño para mí y observo pasar por las calles a las personas en trajes de inviernos: abrigos, buzos, gorros de diferentes colores y matices, hombres, mujeres, jóvenes y niños, que se me asemejan a los paisajes de Europa. El cielo está gris, encapotado como diría mi madre, cuando oscurecía y amenazaba lluvia. Las nubes se van moviendo como mariposas y se va despejando el cielo para dar cabida a un blanco grisáceo y   de repente, como queriéndome sorprender, ¡sale él! como una sonrisa que se asoma para verme feliz: ¡mi amado sol! Entonces se me hace que ese paisaje que describo es como una obra de arte pintada en lienzo en el mismísimo cielo.

Ya llegué a destino. Solo somos cinco personas para la entrevista, para diferentes cargos. Con mi experiencia y grado de instrucción, creo ser potencialmente elegible. Me embarga un efecto de confianza en mí. Entro a la entrevista.

Fin de la entrevista. Una dama de mirar frio y desatendido, solo me hizo dos preguntas, sin abrir mi carpeta donde reposaba mi currículo. Me preguntó dónde había nacido y qué edad tenía. Ambas preguntas respondí y después abrió la carpeta, la leyó y me dijo que le dejara una copia del resumen curricular. Así lo hice. “Si se da la oportunidad, la llamaremos”, con esa frase me despidió y salí apresurada de esa oficina.

Ya en la calle, sigue el mismo clima, debo adaptarme a éste. Si continuo en esta ciudad debo acostumbrarme a sus olores, sabores y colores.

Me pregunto, ¿por qué no fui seleccionada? Tengo todo en regla. Aún soy joven y productiva, si acaso, ese último aspecto fue lo negativo.

Reflexionando y caminando, llegué a un café, ubicado en una esquina a pocas cuadras de donde estuve, no porque quería, sino para calentar el cuerpo. Empecé a  recapacitar y pensando, llegué a la conclusión del por qué  reprobé después  de mucho analizar.

 Ya me calmé, me despojé del sentimiento de fracaso. Yo no fui el problema. Es que existe otra pandemia, que  sí es visible y, además, al igual que el covid.19, es altamente contagiosa y no tiene fronteras: la xenofobia. Sí, no me había percatado de ese importante detalle. La persona que me entrevistó tiene el contagio de la xenofobia, no mostró empatía cuando le hablé sobre mi nacionalidad, al contrario, distinguí un gesto de rechazo, en tan solo dos minutos que me dedicó.

 La xenofobia, hoy  me impidió una labor, pero no mis aspiraciones, tengo resistencia y fe. Esa pandemia, llamada xenofobia, eso que supone todo tipo de distinción, exclusión, restricción o preferencia, basada en motivos de razas, color, linaje u origen de naciones, no me detendrá…Recuerdo, aquella frase, que me enseñó el profesor  Raúl Briceño, en la cátedra de Literatura Universal, del escritor británico H.G Wells: “nuestra verdadera nacionalidad es la humanidad.”

Sigo soñando e intentando, mientras tanto voy cantando: “no más tonto patriotismo, no queremos himnos, no queremos emblemas, solo una patria grande sin cadena ni fronteras, no más discriminación por tu nacionalidad…”

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