—¿Estás seguro de que estará en el sitio dónde me dijiste?
— Y por qué no estaría? Si
la he visto aparecer algunos viernes, desde media tarde en compañía de unas
amigas, supongo- Le respondió Ricardo a su amigo Roberto.
—Este viernes la busco, quizás no me entiendes, pero le
diré lo arrepentido que estoy. La perdí
por una estupidez, por un infeliz desliz, pero ¡con qué consecuencias! — Le pediré disculpas,
las que nunca le ofrecí y que merecía escuchar miles, muchas veces- Posiblemente,
sea el momento oportuno porque han pasado cinco años y conociéndola ya no debe
sentirse herida, porque sé que me amó, me dejó pasar algunas faltas menos
graves, pero la última, sabía con certeza que no me excusaría. - Así era la
conversación entre los dos amigos, ligadas sus vivencias de amistad desde los
albores universitarios.
Llegó el día fijado, viernes a las 21:00 horas, cuando
Roberto entró al concert-bar “Nuvo”, el novedoso espacio da ya estaba
repleto de personas, adultos y jóvenes, se mezclaban entre la diversa multitud.
La conocida banda “Son, Soul y Jazz”, iniciaba el primer set, entonaban “historia
de amor”.
La barra del bar
se encontraba mayoritariamente ocupadas por hombres tal y como se la imaginó Roberto,
quien ocupó un asiento en toda la mitad de esta. Desde allí podía mirar hacia
los diferentes ángulos del salón. Era la primera vez que lo visitaba, era un
sitio elegante y modernamente amoblado con el estilo minimalista. No tuvo
mayores dificultades, inmediatamente, al ir girar su mirada para observar los
grupos de personas que se encontraban dispersos en sillas de pequeños recibos en
el salón central y rincones del local, encontró la figura que buscaba,
justamente diagonal donde él estaba.
< Parece que no han pasado los años… sigue igual.
Regia y hermosa como siempre. <Pensó.
A los pocos minutos, llegó su amigo Ricardo, quien la
había prometido acompañarlo en ese reencuentro.
-Amigo, obsérvala, allí está… la del vestido negro y
accesorios plata- Ricardo vio una hermosa mujer, medianamente alta de piel
blanca y caballera abundante dorada. La misma figura que recordaba, la dama que
todo hombre desearía estar en su compañía. Así lo pensó.
El grupo de amigas se veían divertidas, conversando,
brindando con cocteles y complacidas con la música que interpretaba la banda de
jazz.
-Anna, Anna. fíjate en la barra, allí está un hombre que
no te quita la mirada de encima – Dijo con un murmullo Olga, pero que lo
escuchó el resto del grupo Olga, una colega que recién iniciaba labores en el
bufete de abogados de la firma que representaban.
-Si, es verdad, te mira como si te conociera- Intervino Aída,
otra colega.
La otra persona que las acompañaba era Amílcar,
el amigo con quien se juntaban en los lugares públicos, que, aunque volteó su
mirada hacía la barra, se mantuvo callado.
Anna con detenimiento, recorrió su vista unos segundos a
la dirección indicada y después del corto recorrido visual, dijo enfáticamente:
-No, no es conmigo,
no observo ningún rostro conocido- Así que le dio poca importancia a lo que
referían sus dos amigas.
-Anna, observa bien, es el que está vestido con flux
oscuro. El que sobresale de la fila, al lado del hombre que viste pullover gris
con cabellera canosa- Son fáciles ubicarlos, son los dos que están en sillas en
dirección diagonal, casi al frente nuestro. - Dijo, Amílcar.
Anna, con las características dadas por Amílcar, determinó
a los dos hombres.> el de cabello cano, pudiera ser… se me parece a alguien,
el que me mira con insistencia, definitivamente no lo conozco.> Pensó.
-Al canoso quizás, pero al otro, no recuerdo haberlo
conocido. Manifestó.
La noche proseguía y el grupo de amigas se entretenían
mientras Amílcar las complacía, compartiendo bailes entre las tres féminas.
- ¿Y quién es ese estúpido que las acompaña? - Le
preguntó Roberto a Ricardo.
- Amigo, ¿qué te pasa?... Te equivocas, ese no es ningún
estúpido, ese es Amílcar, el popular solista del grupo que
estás escuchando. El mismo que canta las baladas. Si nos quedamos más tarde, él
canta después de la media noche, es un excelente cantante. - ¡No me digas que
estás celoso! - Concluyó entre risas y
tono sarcástico.
- ¡Claro que no estoy celoso!, Nada de eso simplemente
pregunto. Reaccionó Roberto, mientras apuraba una bebida alcohólica.
-Pero Roberto, si no actúas, vamos a pasar aquí toda la
noche y no vas a abordar a Anna. - Ya han transcurrido cinco años, sé que
posteriormente, tuvo una fase crítica, dicen que estuvo internada, sobre el por
qué nunca se supo, ella se mudó de la ciudad. -Anda acércatele, salúdala-
Presionaba Ricardo.
-Yo también tuve conocimiento de su hospitalización, pero
lo del diagnóstico todo fue muy hermético. - Mira Ricardo, ¿por qué no hacemos esta
estrategia? ve tú primero salúdala y luego,
por detrás voy yo. Tú serás el termómetro de su respuesta, sobre la receptividad
que puede tener conmigo. Ella le consta que tú y yo somo como hermanos, nos va
a relacionar, dónde estás tú, estoy yo y viceversa. - De esa forma acordaron
los amigos
Cuando Ricardo precisó el momento oportuno, se acercó al
grupo de amigas
- ¡Buenas noches! Disculpen
si interrumpo, pero quería saludar a mi querida amiga Anna… ¿cómo andas? –
- ¡Buenas noches ¡- Todos respondieron. Anna observó al
hombre con mirada interrogativa.
-Gracias, todo bien- Respondió Ana, sin agregar más
detalles.
-Por lo manera en que me miras y me saludas, parece que
no te acuerdas de mí- Le manifestó Ricardo.
-Claro que me acuerdo, eres Ricardo Oviedo, alguna vez nos
vimos en la Universidad. - Anna se levantó del sillón y le extendió la mano e inmediatamente,
le presentó al recién llegado a sus amigos, invitándolo a ocupar asiento y a unirse
al grupo.
Ricardo hizo lo propio, lo que le pareció un acto de
cortesía de parte de Anna.
- ¿Solo recuerdos eso?
- ¿Qué otra cosa puedo recordar? Sino esa fase estudiantil, hermosa que tuvimos.
No existe otra en mi memoria.
- ¡Me estás tomando el pelo!, ¿o es una táctica frente a tus
amigos? ¿Cómo es que no te recuerdas de mí,
si estuve presente en todos los actos importantes de tú vida? Expresó Ricardo.
- La mujer no respondió. -La situación la sintió incómoda, apresurando una copa
y despidiéndose del grupo dijo:
-Allá en la barra, está Roberto, quien también desea saludarte…
¿Le digo que se acerque? - Anna lo miró, pero no respondió. Su miraba se tornó
ausente.
- Roberto no creo que fuese exitoso mi saludo-Dijo
acercándose a su amigo. -Según Anna solo me recuerda la fase estudiantil, no
hablamos de otros detalles, quizás la discreción es porque está con sus amistades,
¿qué sé yo? -Prueba tú a ver qué sucede.
Roberto, después de reconsiderar por unos minutos la
sugerencia, se aproximó con paso firme hacia donde se encontraba la mujer que
buscaba.
- ¡Buenas noches a todos! – Dijo con su tono varonil amistoso,
– ¡Anna qué gusto
volverte a ver! … ¿cómo estás? -
Anna desde la silla, lo observó con un recorrido de arriba
a abajo y de pronto se levantó, como si un resorte la hubiese impulsado. Se le acercó, fijó sus ojos en los de su interlocutor
y expresó:
-Disculpe usted, pero no sé quién es -No creo haberlo conocido.
-Posiblemente me esté confundiendo con alguien. - El resto de los presentes, haciéndose
los desentendidos, guardaron silencio.
Roberto con aspecto sorpresivo y sin haberse imaginado
semejante respuesta, manifestó con un matiz de disgusto en su voz.
- ¡Por favor, Anna, ¿cómo me vas a negar frente a tus amigos?
-Fuimos novios en la facultad, estuvimos siete años casados. Ricardo, fue nuestro padrino de bodas y el
padrino de nuestra hija. - ¿Por qué asumes esta conducta, después de tantos
años divorciados? - Todos los que nos
conocen y nos conocieron saben que estoy diciendo la verdad. - ¡Por Dios!, ¿por
qué actúas
así?
-La mujer seguía con su mirada ausente, lo continuó observando,
así como también sus compañeros, quienes se mantenían expectantes sobre la
reacción del hombre y la posible respuesta que diera Anna.
-No, no lo voy a obligar a que me crea - Ante sus
argumentos, solo tengo una respuesta: no lo recuerdo.- Tuve un episodio de
salud cuyo diagnóstico fue a ver sufrido una amnesia selectiva, lo que
obedece a que algunos episodios pasados
de mi existencia, hayan quedado dormidos
o desaparecidos en mi caja mental-No puedo discutirle a usted
sus dichos, porque sencillamente no recuerdo -Discúlpeme usted y ojalá
no tengamos la suerte de volvernos a encontrar, no estoy interesada en revivir hechos nefastos que fueron la causa intrínseca de dicho diagnóstico, eso dijeron
los especialistas.
-Discúlpeme usted
a mí, el hecho de haberla molestado- Con esas palabras inmediatamente Roberto
se retiró del grupo.
- ¿Qué pasó? -Impaciente, le preguntó Ricardo.
-Definitivamente no me recuerdo. No creo que haya estado fingiendo,
ella no es así. Hoy lamento profundamente, el que antes no busqué oportunidad
para disculparme. Eso me dolió más querido Ricardo…el hecho que no me recuerde.
Ricardo canceló la cuenta del consumo. Los dos hombres abandonaron
el sitio, sin antes mirar hacían donde estaba Anna y su pequeño grupo de amigos,
quienes seguían divirtiéndose, levantando sus copas rebosadas, brindando felizmente.
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