Como un beso dormido,
esperé con paciencia
largos días, semanas,
una inútil promesa.
Quedó el horizonte,
despejado en horas tempranas,
sobre un mar cualquiera
en torbellinos de arenas que no uniera.
Delirios fugaces en camino,
callaron, reposan
muertos,
no hubo complacencia
ni nada que abasteciera.
Rastro sin esperanzas,
oscuridad y
confusión,
como retrocesos de un sentimiento,
fueron encerrados los besos dormidos,
que hoy yacen, languidecidos.
Un horizonte un poco opaco. Precioso poema. Un abrazo
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