- ¿Qué buscas? -dijo:
- Nada… no busco nada.
Cantaban al alba las aventureras aves,
bañaba el sol a la naturaleza cálida,
reía la brisa y nacía la hierba verde
Y unos pies descalzos pisaban los pétalos
que caían de flores blancas,
en el huerto de una casa.
Eran pies de niña,
alma de inocencia pura,
con una sonrisa en su rostro de pupilas
claras,
- ¿Qué buscas?
Ella respondió:
-Atrapo sueños,
vivo de prosa y de nostalgia.
Transcurrió el tiempo...quizás años.
Regresé al huerto y la hierba seca cubre la
casa,
vuelvo a recorrer la vista por la
naturaleza fría,
no se escuchan trinos, no hay brisa,
pero, me detengo y veo huellas de pies descalzos,
no son de niña, son de mujer,
en su rostro hay lágrimas,
y
un surco de marcas.
No habla, ella calla... calla,
tampoco ríe, piensa.
Le pregunté de nuevo,
- ¿Qué buscas?
y una voz cansada, dijo:
que dejan las espinas de las flores
muertas
en el umbral de una casa.
Allí enterré mi corazón, lo aparté de mi
cuerpo,
que se quedó con él...
¡antes de perder mi razón!
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